CAPÍTULO 1
28 de octubre. Año: 312 d. C.
En una
extensa llanura de Roma, por el puente Milvio,
Constantino El Grande y parte de su ejército guerrean a muerte contra
las tribus bárbaras de Majencio. El campo de batalla se escribe cada segundo
con sangre. Las legiones romanas de Constantino bien pertrechadas y
estratégicamente organizadas van ganando la contienda. Sus caballos acorazados
son invencibles. Sus escudos impenetrables llevan la insignia del XP. Voces de
lamentos hacen su concierto. La luna oculta al sol. Todo se oscurece y los enemigos
bárbaros se confunden. Uno de ellos va como un rayo sobre un caballo con una
bandera larga, atraviesa por en medio del campo y anuncia la retirada. El
emperador está a punto de degollar a un soldado rendido ante sus pies, le quita
el yelmo con su espada y percibe el rostro sudoroso de una joven mujer, no más
de veinte años. Lleva en su cuello un crucifijo de oro que la identifica como
cristiana. Ella respira profundo y por primera vez siente el filo de la muerte.
Sus labios tiemblan. Constantino no da crédito a la víctima que tiene vencida y
unas lágrimas brotan de sus ojos. Se postra de rodillas clavando su espada en
tierra y un rayo de luz cae del cielo. El sol se nota de nuevo. Soldados
romanos también se inclinan con sus rostros clavados en tierra en señal de
adoración al sol. El tiempo se detiene. La cruenta batalla parece no existir
ya. Poco a poco el griterío desentonado y confuso se va tornando imperceptible
y convirtiéndose en una melodía extraña y angelical. Al levantar su mirada al
cielo, el emperador observa nuevamente aquellos mismos rayos luminosos de
colores que le vinieron en visión el día anterior. Nuevamente observa en el
aire las letras XP entrecruzadas y sobre ella una señal en letras de oro con la
inscripción “In hoc signo vinces”.
- Constantino...
Con este signo vencerás - Escuchó una voz procedente del XP.
CAPÍTULO 2
Agencia
Central de Inteligencia – CIA.
Hora:
10:30 p. m.
En
medio de aquel espacio que parecía expandirse por una energía oscura, brillaba
la imagen luminosa y tridimensional de la marca de Constantino. Era como un sol
en miniatura girando sobre su propio eje y una neblina luchaba por envolverlo
misteriosamente, pero la neblina no podía contra sus hermosos fulgores. Figuras
violetas y azules en forma de cruces, candelabros de siete brazos, letras XP,
alfa y omega, frases en griego, todo se movía armoniosamente en diversas direcciones
alrededor de la marca. Debajo del símbolo constantiniano había una mesa
electrónica. Una de las paredes de aquel lugar estaba llena de vidrios
digitales táctiles con mapas de Norte América, fotografías, videos, y lucecitas
de muchos colores que se encendían y apagaban con lentitud.
El
rostro de Adam Cowan, director de la CIA, se llenó de colores al acercarse a la
marca. La miraba con cierto nerviosismo mientras fumaba un cigarro. Era de piel
negra, de mirada profunda y suave. Tenía los pómulos llenos de lunares, las cejas
eran grises, la nariz fileña y un poco redondeada. Con dos arrugas bien
demarcadas en su frente. De cabello áspero blanco con corte tipo militar. De 58
años. Conservaba una complexión atlética, sana y vigorosa. Muy fanático de
sombreros al estilo de “Los Intocables”. Su preferido: uno de fieltro copa
mediana color crema. De espíritu serio, hermético y poco sonriente. Su escritorio
permanecía repleto de carpetas, papeles, tarjetas de máxima seguridad y un
portarretrato donde aparecía él abrazado con su esposa y sus dos hijas. Por
fortuna se le notaba una de las pocas sonrisas que le ha sacado la vida.
Cientos
de figuras en forma de XP cruzaron por su mente. Cerró sus ojos y levantó su
cabeza. Una extraña premonición lo sobrecogió. Comenzó a escuchar el repique
fuerte de unas campanas que provenían del Saint Paul´s Chapel (Capilla de San
Pablo). Toda la isla de Manhattan comenzó a temblar. La luna se vistió de rojo
y la policía comenzó a destruir las entradas de los edificios y de los hogares
donde no veía la Marca XP. Arrasaba con todo y disparaba sin ninguna compasión.
Familias enteras eran sacadas de sus casas arrastradas por los cabellos y luego
eran asesinadas. La Quinta Avenida fue transformándose en un desierto de arena
y poco a poco apareció caminando un leopardo rojo con colmillos de hierro, traía
una prostituta casi desnuda con una copa de licor en su mano. Por un momento se
detuvo, bajó del felino y metió su copa en un charco de sangre. Entonces
comenzó a beber aquella sangre y reír a carcajadas.
- El XP
- Dijo volviendo en sí.
Con
rapidez sacó de su billetera un documento de identidad y lo activó colocando su
dedo índice derecho sobre ella, presionó por unos segundos y el documento se
transformó en una pequeña pantalla interactiva que mostraba su fotografía y
datos personales. Colocó la tarjeta encima de la mesa e inmediatamente apareció
como de la nada un teclado táctil, de color azul brillante, lleno de letras,
números y símbolos romanos. Luego salió el siguiente mensaje de alerta:
[TECLADO ENCENDIDO]
- Dios te ayude Melisa
-. Susurró.
La mayor conspiración político-religiosa de todos los tiempos está por suceder.
ResponderEliminarUn ingenioso Hacker viene investigando el asunto y curiosamente logró descifrar un código griego que había estado oculto durante muchos siglos, ahora su vida corre peligro porque la información descubierta se refiere a dicha conspiración en la nación que ha mantenido en alto y por mucho tiempo la libertad religiosa: Estados Unidos de América.
LA MARCA DE CONSTANTINO XP
Muy pronto.